martes, abril 15, 2025
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La Perinola: La fuerza de la ternura

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Por Álex Ramírez-Arballo
Dicen los periodistas que la actualidad se impone, por eso he tenido que tirar a la basura lo que había preparado para hoy y comencé todo de nuevo; he decidido mejor pensar en  voz alta algo que me ha acompañado durante el día y que preciso compartir para que se vuelva palabra de todos. 

El terremoto sucedido en la Ciudad de México el pasado martes nos pone de frente a un espejo en el que podemos ver nuestro auténtico rostro, que no es solamente ese rostro duro, detenido en una mueca agresiva y vociferante que vemos todos los días en las redes sociales. La tragedia ha despertado en nosotros toda la fuerza de la ternura. No me extraña que sea así; en este espacio he hablado en muchas ocasiones del enorme poder que se sacude de pronto en las comunidades que se reencuentran consigo mismas y entienden que son un grupo que late a un mismo ritmo, un grupo impulsado por pasiones y sueños semejantes. Por otro lado,  la emergencia desmiente de un modo absoluto el dogma perverso de los individualismos: no es la competencia lo que nos ha ayudado a construir este mundo y superar las adversidades, sino la solidaridad, el encuentro, el apasionado deseo de servir a los demás desinteresadamente. 




Cuando la realidad nos pone frente a las pruebas más duras en cuando las personas nos vemos forzados a buscar un cómo que nos saque del aprieto; volteamos hacia nuestro alrededor y descubrimos que en el camino de la vida no estamos solos sino que vamos acompañados por otros peregrinos, entonces es que vemos en ellos la posibilidad de forjar hermandades y alianzas. Algo sucede entonces, algo que nos fortalece y reconforta: el dolor que se comparte se diluye; la creatividad se multiplica en los muchos brazos; la esperanza es algo que se teje en los abrazos, las palabras y los actos. Las potencias más hondas del ser humano se actualizan con la experiencia del dolor. 
 
Una tragedia como la del terremoto es una crisis, y en las crisis toda simulación sale sobrando: nos vemos forzados a ser radicalmente soberanos y auténticos por las demandas de lo urgente; no olvidemos tampoco que las crisis entrañan siempre la posibilidad de transformación, maduración, comprensión y crecimiento efectivo. Si algo deseo ahora en estos momentos infelices es que al disiparse los polvos del derrumbe, al secarse las lágrimas y al sepultarse el último de los muertos se quede con nosotros esta dulce fraternidad redescubierta, que es la capacidad de construirnos a nosotros mismos sin intermediación de nada y de nadie. Quizás entonces y solo entonces los mexicanos habremos recuperado la certeza de que al fin podemos ser, si así lo deseamos, auténticamente libres.




 

Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com


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