Espejo desenterrado: Memorial de septiembre
Por Karla Valenzuela
Eran pasadas la 1 de de la tarde. El mundo se detuvo por un instante. El sur del país estaba en movimiento. De simulacro pasó rápidamente a realidad. Como si hubieran sido 32 años atrás, todo se volvió a repetir.
Edificios derrumbados, junto a las almas de todos los que estuvieron ahí y los que los vimos caer a través de redes sociales. Sin luz. Sin agua potable. Sin comercios. Con sólo llantos. Con sólo gritos. Con sólo susto. Todo se cayó. Desde el libro más bien puesto hasta el cancel mejor incrustado en la pared. Construcciones agrietadas. Pánico. Sin línea telefónica. Sin señal de internet.
Todo se cayó en un instante y no hubo ningún avance científico, ninguna tecnología de punta que pudiera evitarlo.
Después, sólo el personaje de una niña hizo que el mundo no se distrajera. Era sólo un punto al que había que voltear: Frida Sofía. Ninguna niña, ningún ser humano existió ya. Por un momento, de la tristeza pasamos a la expectación. “Estaban dando la telenovela, por eso nadie miró pa’ fuera”, diría Rubén Blades.
Hoy, las ganas de ayudar no faltan. Pero lo cierto es que allá todo sigue siendo un caos. El dolor, la desesperación, no acaba. Pasarán años para que la morriña deje de existir. Y ya todos temeremos a septiembre y su fatal 19.
Yo, en medio de toda la adrenalina por todo lo que está pasando, en este momento tuve un instante de paz y sí, estimado lector, cerré los ojos y agradecí existir y vivir en esta tierra del sol y del desierto. Agradecí que en el mundo haya gente solidaria aunque nuestra realidad cotidiana no lo sea. Se nos había olvidado. La tierra nos lo recordó y esperemos no olvidarlo jamás.
Juan Pablo, mi hijo, me contó esta mañana que su profesora de Química tiene la teoría de que el sismo es probablemente resultado de las pruebas nucleares que realiza Corea, un tanto como respuesta a la exacerbada palabrería del tal Donald Trump. Puede ser cierto. Lo verdaderamente evidente es que todos tenemos que estar atentos, porque cualquier cosa que hagamos –para bien o para mal- tiene incidencia en los nuestros y en los otros. Cuidémonos, entonces, primero a nosotros, y así cuidaremos a todos.
Dejemos la enajenación atrás y pensemos. Sobre todo: no olvidemos nunca. Hagamos memoria. Trabajemos en pos de ella. Cada vez que podamos, miremos pa’fuera, que allá está la realidad, la iracunda, la bella, la inaudita, la verdadera realidad.
*Karla Valenzuela es escritora y periodista. Es Licenciada en Letras Hispánicas y se ha especializado en Literatura Hispanoamericana. Actualmente, se dedica también a proyectos publicitarios.
Es cuanto!
Así es!