Imágenes urbanas: Adolescencia
Por José Luis Barragán Martínez
En la familia, el adolescente se vuelve una causa de crisis. En primer lugar, el joven se rehúsa a aceptar los mitos del buen funcionamiento familiar y empieza a cuestionar con comentarios incisivos las incongruencias que nota en sus padres. El adolescente busca ser original y mientras más defensivos actúan sus padres, más los persigue con sus cuestionamientos molestos.
El joven se va independizando de los padres y estos pueden vivir el crecimiento del hijo o de la hija como una pérdida. Se ha dicho que los padres delimitan cómo ven la figura del hijo adolescente, y que éste tiene ante sí la tarea de formar el concepto de su propia personalidad independizándose de la manera en que sus padres lo describen.
El adolescente también crea crisis en la familia porque empieza a adoptar un estilo de expresión efectiva que no va de acuerdo con las reglas familiares. Si se trata de una familia expansiva y desinhibida, el adolescente se vuelve melancólico y protege como secretos sus afectos. Si la familia es callada y discreta, el adolescente rompe tabúes al enojarse, al hablar de sexo o al expresar abiertamente afectos que incomodan a los padres.
Gracias a sus nuevas capacidades, el joven empieza a resolver problemas sin la ayuda de los padres, creando en éstos un doble sentimiento de orgullo y de inutilidad. Se inicia a veces una lucha en la que los padres se empeñan en ayudar al adolescente y éste en no ser ayudado.
Las funciones familiares, las responsabilidades, los métodos de disciplina y los límites que unos miembros de la familia ponen a los otros, tienen que reestructurarse cuando los hijos se vuelven adolescentes. Los padres tienen que aceptar, por ejemplo, que un adolescente obedece simplemente porque le da la gana obedecer, ya que los adultos han perdido todo poder y capacidad de intimidar o de chantajear al joven. La única posibilidad de contacto con el adolescente es el respeto mutuo (no se entienda sumisión a él) y la originalidad. Para que las negociaciones intrafamiliares sean efectivas, la partida del adolescente para vivir fuera del hogar tiene que mantenerse como una posibilidad real.
Puesto que el adolescente da muestras innegables de sexualidad, introduce en la vida familiar un parámetro que muchas veces angustia a los padres. Los progenitores tienen que revisar cuáles son, en realidad, sus actitudes ante el sexo y cuáles son sus tabúes y sus incongruencias ya que también en esta área el adolescente pondrá a prueba las convicciones de los adultos que le rodean.
*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador