ABC del dolor: Seis años de la tragedia en la guardería
Juanita Luna, mamá de Jonatan recuerda el día en que su hijo le dijo que se iría al cielo. Fue el 5 de junio de 2009, horas antes del incendio.
Por Karla Valenzuela
Ese día era uno tan caluroso como cualquiera de junio en Hermosillo. La gente iba y venía, el sonido de los automóviles, el bullicio de la ciudad estaba igual que cualquier día de furia. Y, sin embargo, todo aquel sonido urbano calló. Una guardería ardía y había niños dentro.
La noticia corrió como el humo que salía del lugar, tan rápidamente que atrofiaba la mente de la gente, no se podía pensar con claridad en qué hacer para detener el fuego, la asfixiante sensación de que había que salvar a las criaturas.
“Recuerdo ese día como cada día con una manita diciéndome adiós y su gran sonrisa de travieso y con mucha nostalgia; extraño mucho a mi hijo, de repente se me vuelca el corazón y es un dolor inexplicable, es desgarrarse el alma, como decimos, pero en sí es todo tu ser. Sin embargo, tengo que aparentar estar bien para mis hijos”, relata Juanita Luna, mamá de Jonatan.
“Iniciamos el día como lo hacíamos siempre; me levanté a las 5 de la mañana. Me alisté para ir a trabajar y a Jonatan lo desperté a las 6:30; de hecho, lo jalé hacia mí, le dije: ‘arriba, arriba, es hora de ir a la escuelita’; él se hizo bolita y me dijo: ‘no, mami’, ‘sí’ -le dije- ‘vámonos’.
Jonatan nunca se iba sin desayunar. Su abuela le daba siempre un taquito de huevo y un juguito. Luego, en la guardería, “volvía a desayunar, el baquetón”, cuenta su madre. “Teníamos que estar listos porque mi padre nos llevaba; ese día paso algo, al sentarme a Jonatan en las piernas cuando nos subimos al carro me voltea a ver y me dice: ‘mami, me voy a ir al cielo’. ‘No, Jonatan’, le digo, y volteo a ver a mi papá y nos expresamos con la mirada y asentimos con la cabeza: ‘No’. Y me repetía: ‘sí, mami’, y le expliqué que no, que primero eran los abuelos, después yo y mucho tiempo después él, a lo cual mi padre le dice: ‘muchachito cabrón, no ande diciendo eso’, y me voltea a ver Jonatan y me dice con su cabecita que ‘sí, pero su rostro era de felicidad.
Comienza la agonía
De ahí, el día transcurrió normal. Juanita y su padre entregaron tamales en dos abarrotes antes de dejar a Jonatan en la guardería
“Ese día no entré a dejarlo al salón por aquello de la influenza ya no teníamos acceso al salón, así que del filtro le dije que se portara bien, y me dijo que no. Volteó riéndose y le dije que sí. Sonrió y con su manita me dijo adiós. Iba feliz.
“Posteriormente, me dejó mi padre en casa de una tía porque de ahí mi prima me acercaba a la escuela de inglés, porque en ese entonces estudiaba inglés, y al pasar por la guardería de nuevo le dije a ella: ‘pobrecito mi hijo, 8 horas ahí, de cuánto me pierdo como mamá, todo por trabajar y que su padre nunca cumplió con su obligación de padre, y lloré y me dijo ella ‘cálmate, ahí está bien, aprende mucho y a ser independiente”.
“De ahí, llegué a la escuela de inglés en la Universidad; después al trabajo; estuve muy inquieta, algo no me dejaba estar en un solo lugar; seguí mi día pero me salí antes del trabajo, a la 1:30, creo, caminé de la Reforma hasta la calle Rosales con otra empleada de ahí donde trabajaba; mi hora de salida era a las 5 de la tarde, pero decidí salir antes por un evento que teníamos en familia.
“Cuando llegué a la calle Rosales, vi pasar bomberas y muchas patrullas, y me dijo la señora Alba ¿Qué pasaría Juani?’. Y yo contesté: “No sé, lo más probable es que sea otro problema en el penal’. Vi que venía mi camión y subí. Avanzaba muy despacio – común que pase eso cuando más prisa tienes-. Al llegar al puente del trébol, en el semáforo que está en la Casa de la Cultura, el camión hizo alto, y un carro pasó con muchos niños dentro. Iba muy recio. Me toqué mi corazón con mi mano derecha y dije en mi pensamiento: ‘¿por qué tantos niños? Dios mío, protege a mi hijo y que nada le pase.’
Conforme el camión avanzaba, Juanita vio una columna de humo hacia el lado de la guardería de su hijo. Se bajó a la altura del Expofórum y caminó rápidamente a su casa. Ya ahí, Janomi, su hija más chica, no estaba lista aún para ir por Jonatan.
Mientras la pequeña se bañaba , Juanita le dijo a su mamá: “¿qué bárbaro! ¿por qué no ven las noticias?, puras caricaturas”.
A lo lejos, se percibía desde su casa una columna de humo: “nada más falta que me digan que es la guardería”, dijo. Y en eso sonó el teléfono, era su hermana: “me dice ‘¿dónde estás?’. Le pregunto ‘¿por qué? Y ella insiste: ‘¿donde estas?’- ‘En la casa, ya voy por el niño’. Y dijo: ‘es que hay un incendio, y al parecer es en la guardería. ‘No’, grité, y traía a mi hija tomada de la mano, y ella también gritó.
“Ándale, papi apúrate, le digo, algo pasó, vámonos por Jonatan. En eso, mi mamá me quita a mi hija que si adonde la llevaba conmigo. ‘Estás loca’, me dice, y me la quita, nos quedamos unidas en ese momento. No pude llegar en carro. Me bajé antes de llegar a la gasolinera. El tráfico estaba parado y corrí y corrí. Me interceptó un tío que estaba en la gasolinera y le dije que iba para allá, pasaron tráileres, carros, cuanta cosa se atravesó.
Un auto se detuvo y alguien se ofreció a llevar a Juanita, pero ella se negó diciendo que ya casi llegaba, a lo que la persona respondió que los niños estaban en una casa ahí a la vuelta. Juani llegó a la guardería. La reja ya estaba cerrada, todo el mundo gritaba y ella volteaba para todos lados a ver si conocía a alguien. Encontró a una maestra que entre sollozos le dijo que a Jonatan se lo habían llevado en una ambulancia. De ahí, la búsqueda comenzó. Una compañera de preparatoria que se encontró en el lugar, junto a su esposo, ayudó a Juanita a ir al hospital CIMA. Ya para entonces, el marido de Adoración, su amiga, había sacado a muchos niños del interior de la guardería.
Eran más de las 4 de la tarde y Juanita aún no encontraba a Jonatan. Ella ya sabía para ese entonces que había niños fallecidos.
Ya cayendo la noche, supo que su hijo estaba en el Hospital San José.
“Y llegué. Me bajé corriendo y me recibió una enfermera o trabajadora social, y entonces veo a mi familia y amigos por fuera de Urgencias. Mi padre ya lo había reconocido; nos topamos en el pasillo y le dije ‘déjame quiero verlo”. En el inter me iban poniendo bata, cofia, cubre boca, guantes, y llego a una puerta y estaba el doctor y me para en seco y pregunta quién soy. ‘La madre del varón’, le dice la enfermera.
‘Bueno, le voy a decir: su hijo está estable porque está aquí, pero tiene su cuerpo con quemaduras del 80 por ciento. Eso significa que tenemos que tener un plazo de 72 horas para llevarlo a Schinner Hospital. Ella quería que lo llevaran ya, pero primero había que estabilizarlo. Después, ella entró a verlo.
“Imposible no llorar, era él, mi Jonatan, mi niño grande; le pedí perdón porque le prometí que nunca más estaría en un quirófano y verlo ahí tan frágil sedado porque era demasiado lo que tenía, pero era él mi fe, nunca desmayó, le pedía a Dios que lo sanara segundo a segundo; era mi hijo, después de tantas horas de angustia lo encontré aún con vida. Empezó a llegar la familia, amigos y entre ellos estabas tu, muchas llamadas telefónicas de amigos de España, Colombia, de la Ciudad de México. Son tantas cosas vividas ese día. Ahí dormí, no me despegue de la puerta por horas, caminaba de un lado para otro y, al final, me venció el sueño por un instante, oraba… Me habló una amiga y me dije que mi hijo iba a estar bien, que tuviera fe, me dio una visión que Dios le mostró que mi hijo estaba bien, envuelto en un capullo, y dije: ‘amén, mi hijo va a ser sanado de sus quemaduras”… pero no soportó. Él falleció el 7 de junio del 2009, a las 12:00 horas.
Un día antes de que falleciera, Juanita le dijo a su hijo que lo quería mucho, que se pusiera bien, que ahí afuera estaban sus abuelos. En casa, lo esperaban Janomi, su hermana, y su inseparable perrita Fiona.
Juanita le pedía a Jonatan que le dijera a su amigo Jesús que lo ayudara, que no temiera, y el pequeño lloraba. Sí escuchaba a su madre. De sus ojitos salían lágrimas. Ella le decía todo el tiempo que quería que se quedara aquí, que si se iba lo extrañaría mucho, pero que al final la decisión era de él, de su pequeño.
Y Jonatan se fue al cielo, como bien dijo.
“Desde entonces, vivo un día a la vez; me volví un poco ermitaña; cierto que me gustaba socializar, salir, pero en ocasiones no lo hago porque siento que me miran con lástima y caemos en el mismo tema ABC.
“Trato de reír, aunque por dentro mi corazón está roto y mi ser quebrantado; lloro a escondidas para que mis hijos no me vean, al igual que mi familia, pero -como todo- cuando necesito ese abrazo y tener que llorar llamo a mi hermana o a mi mamá, sé que son las únicas que me entienden.
El amor de madre no acaba nunca
Hoy en día, Juanita Luna Hernández es una madre, como ella dice, al cien por ciento. Tuvo otro hijo, y cuida Yohan y su Janomi con todas sus fuerzas. Juani dice que hoy ve todo lo que se perdió mientras ella sólo trabajaba; ve todos los momentos que se le escaparon.
“Trato de ser una madre sin temores, te mentiría decirte que no tengo miedo, sí tengo miedo de que algo les pase, sí los cuido, siempre he sido sobreprotectora, escucho una risa fuerte y pregunto ¿qué pasa?… Reconozco que mis nervios quedaron alterados pero trato de controlarlos porque no tomo medicamentos, no me gustan. Respecto a mi familia, visito mucho a mi hermana nada más; a mi madre muy poco, será porque viví todo este tiempo con ella y al entrar a ese cuarto donde viví con mis hijos se me viene todos los recuerdos con Jonatan y Janomi, era feliz ahí…. A mi manera, pero era feliz.
Corté el cordón umbilical hace tres años y, créeme, que vivo tranquila al fin mi hogar”, asegura Juanita.
Este día sus miedos son los mismos que los de cualquier madre que piensa con incertidumbre en el futuro de sus hijos. Sólo que ahora respira aunque a veces no alcanza y lo hace de nuevo, explica.
Una justicia que no llega
A últimas fechas, madres de Manos Unidas y, en general, para los padres ABC, han ganado un amparo donde la Procuraduría tenia que dar su resolución en 72 horas y pidió 15 días más para resolver la situación legal de ex gobernador Eduardo Bours y el ex secretario de Hacienda, Ernesto Vargas Gaytán.
“Somos los que iniciamos una nueva línea de investigación, porque nunca estuve de acuerdo de que fuera un cooler; así que ahí vamos a hacer el trabajo de investigadoras algunas madres. No ha sido fácil pero tampoco imposible; lo último fue llamar a declarar a Juan Carlos Lam Félix”, explica.
“Los asesinos de nuestros hijos tienen nombre y apellido, pero no me compete a mí decirlo, para eso esta la PGR; ya hicimos el trabajo que debieron hacer en un principio; creemos que tiene los elementos suficientes para consignar. ¿Cuándo lo van hacer? No sé, pero de que lo tienen que hacer, lo tienen que hacer por la muerte de 49 niños.
Para ella, el significado de Justicia es muy sencillo: “Justicia es para mí que la muerte de mi hijo no quede impune al igual que sus 48 amiguitos; que los responsables de lo que sucedió tengan su condena de la manera que las autoridades digan, ya sea por delitos por omisión o bien por homicidio, que se emita una resolución condenatoria”.
Luego de seis años, como siempre, Juanita Luna le da las gracias a la sociedad a nombre suyo y del Grupo Manos Unidas Por Nuestros Hijos A. C, porque no los han dejado solos.
Pide su apoyo en la marcha, para que todos recordemos que aún no hay justicia por la muerte de 49 niños inocentes, y los niños que sobrevivieron necesitan una salud digna.
Además, solicita que se denuncie cualquier anomalía que se perciba en las estancias infantiles y que nadie se quede callado. Al contrario, pide que todos nos unamos en una sola voz “ABC nunca más”
*Karla Valenzuela es escritora y periodista. Es Licenciada en Letras Hispánicas y se ha especializado en Literatura Hispanoamericana. Actualmente, se dedica también a proyectos publicitarios.
Karlita muy buen trabajo de investigación,muy triste y al tiempo que se va leyendo me pongo en los zapatos de esa gente que está sufriendo por esa tragedia tan grande y me digo DIOS mándales consuelo a su dolor porque el dolor de un hijo sangre de nuestra sangre no se compara con nada FELICIDADES por tu trabajo
Así es. Este trabajo es una manera de evidenciar el dolor que queda cuando el no hacer lo correcto – lo que se tiene que hacer- acarrea consecuencias, en este caso, fatales. En lo de ABC, ya no hay vuelta atrás. Hay muchas irrresponsabilidades que deben ser asumidas y sancionadas, ya no para opacar la tristeza de los padres de las víctimas, sino sobre todo para que cosas así no sucedan jamás. Gracias por leerme.
Mi familia y yo nunca olvidar es, y su dolor es nuestro dolor, y estamos con ustedes.
Karlita, aqui me tienes de nuevo leyendo mi vivir ese 05 junio, mejor no lo pudiste hacer, una redacción perfecta, muchas gracias por lo que hiciste, por ser el cuarto poder de muchas voces que quieren apagar. (no paro de llorar)
infinitas gracias Karlita.