El color de las amapas: Alberto Flores Urbina, Fundador y transformador de instituciones educativas
Por Ignacio Lagarda Lagarda
Alberto Flores Tapia, originario de San Javier, Sonora, conoció y se casó con Dina Urbina, una jovencita hija de músicos oriundos de Moris, Chihuahua, que habían viajado errantes hacia Sonora tocando en bodas y fiestas tradicionales y se asentaron primero en Sahuaripa y después bajaron hacia la costa procurando aprovechar el auge económico del Valle del Yaqui, viajando en el trenecito de vía angosta que hacia su recorrido diario desde Tónichi hasta estación Corral en el municipio de Cajeme.
La familia Flores Urbina se instaló primero en Esperanza y después en Cócorit, Cajeme, y fue cuando Alberto se dedicaba al comercio y Dina a las tareas del hogar, el 5 de febrero de 1944 nació su hijo Alberto Flores Urbina.
Alberto Flores Urbina creció en el ambiente rural de su pueblo natal rodeado de tierras agrícolas y canales de riego, y donde realizó su educación básica en la escuela primaria Clotilde Flores y la secundaria en la Manuel Robles Tovar de Esperanza, población vecina al este de Cócorit.
En plena adolescencia decide tomar el camino del sacerdocio y se inscribe en el seminario de Culiacán, Sinaloa, después pasa al de Guadalajara, Jalisco, para luego internarse en el de Hermosillo, donde, al terminar los estudios de Filosofía en diciembre de 1963, decide abandonar la carrera al servicio de Dios. En ésta etapa de su vida recibe una sólida formación humanista.
En 1964, a sus 19 años, regresa a su tierra y se incorpora como profesor de la escuela secundaria y la preparatoria del Instituto Tecnológico del Noroeste (ITNO), que después sería Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON), en ésta última como profesor de educación estética y al mismo tiempo se inscribe en la preparatoria nocturna de la misma institución a fin de terminar el bachillerato, aprovechando la revalidación de las materias que había cursado durante sus estudios en el seminario.
Como profesor de educación estética les exigía a sus alumnos asistir a los conciertos de la Orquesta Sinfónica del Noroeste (OSNO) que dirigía el prestigiado director de orquesta, violinista y compositor Luis Ximénez Caballero, quien hacía giras mensuales de conciertos por el occidente y noroeste de México en los estados de Jalisco, Colima, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Chihuahua y Baja California, en las que ofrecía presentaciones sinfónicas de música de cámara, ópera y ballet. Los genes musicales y la formación humanista de Alberto afloraron desde su juventud.
Al terminar la preparatoria en 1969, decide viajar a Hermosillo a inscribirse en la Universidad de Sonora donde cursa la licenciatura en filosofía y letras en la escuela de Altos Estudios, y al mismo tiempo trabaja como profesor de español y filosofía en el Instituto Soria y en la escuela preparatoria central de la UNISON.
Mientras cursa sus estudios universitarios, Flores Urbina vive internado en el Hogar Estudiantil Kino, la casa de asistencia filantrópica para estudiantes pobres del padre Pedro Villegas Ramírez. Ahí recibe también una dosis mas de formación humanista.
Al terminar los estudios superiores en 1973, es seleccionado con la beca que ofrece el programa nacional de formación de profesores de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies) en un curso de especialización de dos años en el área de tecnología educativa y desarrollo de personal docente en la ciudad de México, y en cuya práctica profesional ofrece cursos como instructor en distintas universidades e institutos tecnológicos del país, incluyendo la propia UNISON. Viaja a la ciudad de México cargando con su esposa María Flora Chong Muñoz, oriunda de Esperanza, Sonora, con quien se había casado en 1971 y con sus hijos Alberto, quien había nacido en 1972 y Clarisa entonces recién nacida.
Regresa a Hermosillo en 1974 y se reincorpora a la Universidad de Sonora donde crea y asume el departamento de incorporación de estudios.
En ésos años, la UNISON vivía una intensa etapa de politización que venía desde 1967, sobre todo en sus preparatorias en Navojoa y Magdalena, que albergaban a más del 60% de su población estudiantil y una proporción importante de su presupuesto que resultaban una sangría económica para la universidad, y al mismo tiempo una constante amenaza para la estabilidad y tranquilidad laboral y docente de las escuelas preparatorias.
En ese contexto, en 1975, el gobernador Carlos Armando Biebrich Torres decide crear un nuevo modelo de educación media superior e invita a Flores Urbina a que lo diseñe. Es entonces cuando se crea el Colegio de Bachilleres del Estado de Sonora (Cobach) en julio de 1975 e inicia actividades en septiembre de ese año con su creador como director general.
El proyecto tuvo muchas resistencias por parte de las autoridades federales quienes se oponían al primer modelo de descentralización educativa creado en un estado de la República a través de una ley que le otorgaba personalidad jurídica y patrimonio propio, órgano de gobierno y las atribuciones derivadas de la misma, entre otras que el proceso de ingreso y promoción del personal académico establecía los exámenes de suficiencia y de oposición para el ejercicio docente de tal manera que muchos maestros universitarios tuvieron que cumplir con a ese sistema de selección para poder incorporarse al nuevo sistema educativo.
Al mismo tiempo, en lo político, el Cobach sustituía a las escuelas preparatorias de la UNISON.
De nada valieron las protestas de los grupos radicales que vieron en esta medida un golpe contundente a su estrategia radicalizada de desestabilización del sistema estudiantil de la época y el Cobach empezó con 4 planteles y a la fecha tiene 34 y casi 30 mil estudiantes.
El desarrollo y la calidad educativa de los servicios que ofrece actualmente el Cobach son la mejor prueba de que la visión y los procedimientos con que fue creado fueron los pertinentes.
En 1978, al nacer a nivel nacional el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep), se inicia el proyecto de su implantación en Sonora durante la gestión del gobernador Samuel Ocaña García y en enero de 1980, Alberto Flores Urbina es invitado por el gobernador a trazar el proyecto de creación de los planteles Conalep en Hermosillo, Nacozari y Guaymas, y al año siguiente los de Cd. Obregón, Navojoa y Caborca, y posteriormente Huatabampo, Magdalena, Agua Prieta y San Luis Rio Colorado.
Mientras esto ocurría en Sonora, en 1979, José Antonio Padilla Segura director general nacional del Conalep responsabilizó a Flores Urbina de la coordinación regional del noroeste del mismo, creando planteles en los estados de Sinaloa, Baja California y Baja California Sur. Hoy en día el Conalep cuenta con 15 planteles y supera los 6 mil estudiantes.
En 1982, en San Luis Rio Colorado, las actividades de una institución educativa local llamada Universidad de San Luis, se paralizaron por el permanente conflicto que sostenida su diligente patronato con profesores y estudiantes.
La situación fue aprovechada por los grupos empresariales locales y los partidos políticos para expresar su descontento por la falta de atención del gobierno estatal hacia aquel municipio dada su ubicación geográfica lejana a la capital.
Ante la polémica suscitada, primero por la situación legal de la institución educativa y segundo por el conflicto social que se advertía, a petición del gobernador Ocaña, Flores Urbina entró en comunicación con los actores del conflicto lográndose el apoyo de los grupos en pugna para reiniciar las tareas académicas de la universidad con la promesa de conseguir los recursos financieros y el apoyo del gobierno del estado para crear una nueva institución de educación superior que resolviera en definitiva el conflicto y ofreciera a los estudiantes sanluisinos la posibilidad de un servicio educativo eficiente con reconocimiento de validez oficial y la garantía de calidad del mismo.
Flores Urbina se da a la tarea de crearla y el 3 de octubre de 1983 nace el Centro de Estudios Superiores del Estado de Sonora (Cesues), siendo designado como su director general.
Desde esa fecha el Cesues, ha cumplido su cometido y nunca ha tenido un paro de labores o ha participado en algún conflicto social y sus servicios educativos se han extendido a Hermosillo, Navojoa, Magdalena y Benito Juárez, en beneficio de 14 mil estudiantes distribuidos en 17 licenciaturas, 5 maestrías y un programa de técnico superior universitario. El 2012 el Cesues cambiaría su nombre por el de Universidad Estatal de Sonora (UES).
En 1985, su mentor, el padre Pedro Villegas Ramírez decide crear una universidad de bajo costo para apoyar a estudiantes de bajos recursos y decide invitar a uno de sus hijos a crearla. Para establecer el sustento filosófico y el ideario de la nueva universidad, Flores Urbina congregó a reconocidos académicos e intelectuales de la educación locales y nacionales, entre ellos algunos de sus condiscípulos durante sus estudios en la ciudad de México, y ciudadanos distinguidos sonorenses quienes plasmaron en el documento fundacional llamado Cocóspera los principios que rigen y orientan la vida académica de la Universidad Kino, cuyo rector fundador fue también Alberto Flores Urbina.
La Universidad Kino es una institución cuyo signo distintivo es el humanismo que surge del Instituto Kino y el Hogar Estudiantil Kino, las instituciones que a partir de los años cincuenta fueron creadas por el padre Villegas Ramírez para dar cobijo, alimento y educación a niños desamparados y a estudiantes de bajos recursos económicos enseñándoles que el estudio y el trabajo dignifican el quehacer del hombre y de donde han egresado miles de profesionales que hoy sirven a la comunidad y a sus familias, incluyendo al mismo Alberto Flores Urbina.
En 1991, el gobernador Manlio Fabio Beltrones lo designa Secretario de Educación y Cultura (SEC) después de haber coordinado, junto con distinguidos educadores mexicanos y extranjeros, el Programa de Desarrollo Educativo (PDE) del Plan Estatal de Desarrollo para el periodo 1991-1997.
Uno de los ejes rectores de este plan fijaba su atención en la Universidad de Sonora que tenia casi dos décadas en conflicto permanente y requería una revisión de fondo. Se presenta al congreso del estado el proyecto de una nueva ley universitaria que, con las normales resistencias, es aprobada y cambia la visión y perspectiva de la UNISON cuyos resultados ya han sido evaluados por los organismos reconocidos para ello como el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior, A.C. (Copaes) y avalados por el juicio de los propios universitarios y la sociedad sonorense a través de los años.
Durante su período como secretario se suscribe el acuerdo nacional para descentralización educativa que tiene vigencia a plenitud en el Estado de Sonora incluyendo la creación del Centro Pedagógico del Estado de Sonora (Cepes), organismo que aglutina a las escuelas normales estatales y federales, los centros regionales de educación normal, las unidades de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y todas las escuela formadoras de docentes. Desde entonces a la fecha no se ha resentido ningún conflicto en esas instituciones.
Durante su periodo en la SEC se fomentó la investigación educativa, los programas de estimulación temprana para la lecto-escritura, el plan piloto para la enseñanza del inglés en las primarias, los primeros proyectos de lo que serian en el futuro las aulas de medios, la enseñanza sistematizada de valores y la televisión educativa.
Como secretario de educación y cultura, a Flores Urbina le tocaría consolidar el subsistema Cecytes creado en el gobierno de Rodolfo Félix Valdés.
En 1993 tuvo que abandonar el cargo de secretario de educación por un serio problema de salud que lo obligó a retirarse por un buen tiempo.
En 1996 regresa al trabajo y el Gobernador Beltrones le encarga el documento de creación del Instituto Tecnológico Superior de Cajeme (Itesca), un proyecto impulsado por Juan Leyva Mendívil, Miguel Limón y Bulmaro Pacheco, del cual fue director general fundador.
El Itesca nació con 207 alumnos en las carreras de ingeniería mecánica, arquitectura y sistemas computacionales, ninguna de ellas ofertadas en el sur de Sonora y cuya pertinencia la comprueba la inserción de sus egresados en el campo laboral local, posteriormente se incorporaron ingeniería industrial, electrónica, administración de empresas turísticas y comercio internacional. Actualmente todos sus programas educativos están acreditados por el Copaes y por dos años consecutivos ha obtenido el premio nacional de calidad en beneficio de sus mas de 3,000 alumnos incluyendo cinco programas de maestría y un doctorado.
En septiembre del 2002, el gobernador Armando López Nogales le encarga la fundación de la Universidad Tecnológica del Sur de Sonora (UTSS) y lo designa como su primer rector. Con 200 alumnos, la UTSS inicia sus actividades académicas con cuatro programas educativos: Tecnológicas de la información, electrónica, comercialización y procesos de producción.
En septiembre de 2003 el gobernador Eduardo Bours Castelo lo ratifica en la rectoría.
A los dos años la UTSS obtiene la certificación ISO 9001 versión 2000 y al año siguiente los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de Educación Superior (Ciees) otorgan el nivel 1 al 100 % de sus programas.
Actualmente la UTSS supera los 900 estudiantes con un avanzado perfil del profesorado y una inserción del 80 % de sus estudiantes incorporados al sector productivo de la entidad.
Cumplido su período como rector de la UTSS y con 42 años al servicio de la educación en Sonora, en 2006, Flores Urbina se retira a la vida privada con una modesta pensión del Isssteson y ocupa su tiempo en atender las escuelas preparatorias en Ciudad Obregón y Esperanza, de las cuales era socio desde 1974, y que se encontraban en franco deterioro, intenta levantarlas de nuevo pero no lo logra y las vende, y se dedica a actividades filantrópicas y honoríficas en el patronato del museo de los Yaquis, en la presidencia del patronato de Cecytes, en el Consejo Municipal de Cultura y en los órganos de gobierno de Itesca y la UTSS en calidad de consejero, pero sobre todo, en la mas grande de sus pasiones: la música, que toda su vida la llevó en la sangre, que le venía de los Urbina, los músicos errantes que bajaron de las montañas de la sierra Madre tocando en fiestas regionales en busca de progreso en el Valle del Yaqui.
Flores Urbina siempre fue alegre, optimista y bohemio, con un gran sentido del humor y con un enorme sentido social y olfato político, que no aprovechó sus cargos para enriquecerse y mucho menos para engrandecer sus propias escuelas privadas.
Alberto Flores Urbina falleció el pasado 1 de octubre del 2017 en Ciudad Obregón Sonora, a los 73 años de edad dejando un legado imborrable de instituciones educativas en Sonora. Como escribiera Bulmaro Pacheco: “Su gran familia, sus amigos y sus seguidores que fueron muchos, saben muy bien que vivió una vida sencilla pero plena en realizaciones personales, sociales e institucionales. Una vida productiva como pocas.”
Conocí a Beto Flores siendo un adolescente en 1972 y desde entonces se convirtió en un referente en mi vida, tanto en lo personal como en lo profesional, pero sobre todo en lo humanístico. Yo soy uno más de esos miles de jóvenes sonorenses beneficiarios de su grandeza humana y seré el resto de mi vida uno de sus huérfanos.
A partir de ahora, la historia de la educación superior y media superior en nuestro estado no podrá entenderse sin su presencia.
*Ignacio Lagarda Lagarda. Geólogo, maestro en ingeniería y en administración púbica. Historiador y escritor aficionado, ex presidente de la Sociedad Sonorense de Historia.