Imágenes urbanas: El amor en los tiempos de crisis
“Yo p’arriba volteo muy poco, tu p’abajo no sabes mirar”
José Alfredo Jiménez
Por José Luis Barragán Martínez
Se encontraba ahí, con su triste figura, haciendo cola para el pago de la luz, un maletín de vendedor yacía en el suelo, zapatos usados, muy usados.
En las profundidades de su rostro moreno, rodeado de grandes ojeras, se podían observar dos ojos de sorpresa, barba de tres días.
Lo pensé antes de saludarlo, poco o nada quedaba del Gabino pecho al frente y mirada penetrante, porte erguido y vigoroso muy seguro de sí mismo, ropa fina; tenía ante mí a un Gabino agotado con toda la apariencia de llevar al universo en la espalda.
Iniciamos la charla aunque estaba sorprendido, los últimos 15 años Gabino había tenido muy buen trabajo pero algo había ocurrido.
De plática amena pronto toma confianza en la gente, noble, buena persona. El tiempo se fue sin sentir mientras la cola caminaba.
Algunos extractos de lo dicho por Gabino, fueron:
– No cabe duda mi estimado que cuando la pobreza entra por la puerta el amor sale por la ventana. Hace tres meses me dieron de baja en la chamba y sin indemnización, tú sabes cómo se las ingenian los empresarios cuando de dar de baja a un empleado se trata, me armaron un cuadro haciéndome manita de cochi con un dizque pecadillo del pasado y me dijeron que o renunciaba y me iba sin quinto de por medio o me atenía a las consecuencias y hasta al bote podría ir a dar. Yo sé bien que en el fondo es la crisis la que está afectando dondequiera; pero imagínate llegar un día a la casa y decirle a la mujer, así nada más, que ya no tienes trabajo, que de las seis toneladas de refrigeración sólo se utilizará una… si acaso y quién sabe por cuantos días… u horas.
Tenía 15 años en la empresa y me había ido muy bien, me la llegué a creer, pensaba que las crisis no se habían hecho para mí, que no eran cosas de mi mundo. Miraba a ex compañeros de trabajo o gente desconocida vendiendo esto o aquello para salir adelante, gente que había estado bien y que de pronto se quedaba a pata. Llevaba a la familia a restaurantes varias veces por semana, viajes a Tucson y las celebraciones de fin de año ni se diga. La señora no aguantó ni un mes, no se solidarizó y me mandó por un tubo. ¡Qué mal acostumbrada estaba! Ahora sí comprendo al Pedro quien ya lleva tres lunas de miel, tres divorcios correspondientes a las tres últimas crisis. Cuando uno se casa y el cura dice de estar juntos en las buenas y en las malas se entiende que en las duras y en las maduras, que si hay una enfermedad incluyendo la lepra, falta de dinero o cualquier otro problema, pues hay que apoyarse mutuamente.
De recién que me quedé sin chamba y que le busqué y le busqué y no salía nada hubieras visto a la doña cómo se ponía, todavía despierto en las noches con el recuerdo de sus gritos histéricos: ¡Cómo que no has encontrado trabajo, búscale, sé hombre de ambición, no seas mediocre, ahí te la llevas todo el día de viborón! Los abonos de las tarjetas de crédito me traían loco, tuve que vender los muebles, hasta el carro, la locura mi estimado, la locura… y me dejó. Desde hace un mes que ando vendiendo materiales para computadora y no sale nada.
Más que plática el monólogo con Gabino fue extenso, girando siempre a que en los tiempos de crisis, hasta el amor se pone a prueba.
*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador