Basura celeste: Riesgos del confinamiento tecnológico
Por Ricardo Solís
Aunque sea a destiempo, conviene hablar un poco de un libro de Nicholas Carr (Estados Unidos, 1959) que apareció hace unos años, se trata de Atrapados. Cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas (Taurus, 2014), un ensayo de divulgación que cumple bien su cometido al advertir acerca de los “peligros” que trae consigo la cada vez más estrecha vinculación que existe entre los seres humanos y la tecnología, algo que el autor ya había abordado en otros de sus títulos, en especial Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (2010), pero en él se trataba con mayor especificidad la manera en que el ciberespacio ha afectado –y lo seguirá haciendo– nuestro cerebro y sus procesos cognitivos, sobre todo la adquisición de conocimiento.
Primero que nada, si utilizo el término “divulgación” es para que el lector probable no se alarme de forma gratuita; Carr conoce bien a su público y, como buen analista y periodista (colabora regularmente en The Atlantic, The New York Times, The Guardian, The Wall Street Journal y The Times, entre otros medios), no persigue abrumar con terminología especializada sino, por el contrario, su propósito parece ser el acercar estos tópicos a la mayoría de las personas y por ello se sirve de anécdotas (propias, incluso) y un estilo conversacional que no desestima la calidad informativa de su investigación.
Otro detalle es que no se deja llevar por un tremendismo que pueda provocar el desprecio hacia las herramientas de la tecnología que, por otra parte, reconoce el autor que han estado siempre involucradas en el desarrollo evolutivo de nuestra especie y, además, suelen volver más eficientes los procesos productivos y mejorar sus resultados. Lo que advierte Carr es que la “automatización” de estos procesos –que encima es “imparable”– afecta el desempeño de las personas en diferentes oficios y profesiones y, a pesar de que no es algo novedoso, en labores especializadas ha conducido a la perdida de habilidades fundamentales y afecta nocivamente las capacidades de razonamiento y aprendizaje.
En palabras del especialista, las tecnologías digitales de la automatización, lejos de expandir nuestras posibilidades tienen con frecuencia “un efecto opuesto”, ya que “nos alejan del mundo”, lo que se debe en buena medida a que hoy día su diseño coloca “la facilidad y la eficiencia” por sobre cualquier otra consideración; de este modo, su advertencia general consiste en señalar que “si cedemos las decisiones sobre la textura de nuestra vida diaria a una gran abstracción llamada progreso es un disparate”.
Si pienso que Atrapados es un buen libro es porque consigue despertar la curiosidad y, también, porque Carr elige exponer sus reflexiones a través de capítulos dinámicos que se acompañan de historias que vinculan hechos cotidianos con el uso de herramientas tecnológicas convencionales y complejas; desde los relatos de pilotos o testimonios de médicos hasta la revisión de costumbres milenarias o los poemas de Robert Frost, el autor nos entrega una visión realista acerca de un fenómeno que sin duda será discutido en el futuro con mayor acuciosidad y detenimiento.
Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.